Un libro persiguiendote desde que te levantas, la cafeína de la mañana detrás del cogote, proyectos que se disparan a la velocidad del trueno afectando tu día, acelerando sus horas como cohetes bordeando Plutón. Así de estimulados llegamos a Antúnez. Y cuando creíamos que las marchas del día tenían que ir retrocediendo, un nuevo aceleron, esta vez con la melodía repetitiva del tema de John Maus “Street Light” como espía y el festín de comida como protagonista en la mesa para cuatro.

Nos sentamos y nos sacamos la Harrington. Empieza la bacanal con croquetas del huerto y de jamón, estas últimas con un rebozado que no nos deja indiferentes y nos pone muy alerta de cara a lo que nos viene encima. El mexican tartar de atún rojo y su toque picante empieza a poner el listón alto y sospechamos que el restaurante Antúnez va a ser uno de los pepinazos del 2017, así que el corazón empieza a bombear a toda máquina esperando el plato estrella:el canelón de pato y crema royal de foie, tremendo! muy tremendo. Recuperamos el aliento con la tortilla de bacalao y pimientos verdes asados, muy jugosa, cruda por dentro e impecable por fuera como nos gusta. Para acabar pedimos el arroz con gamba roja y nos levantamos de la silla a aplaudir, no todos los días que vas a un restaurante comes así de bien, no todos los días te crees invencible al finalizar y no todos los días sales de un lugar con los estímulos multiplicados al cubo. Dejas atrás Antúnez y todo empieza a desacelerarse, así que piensas en algo químico para volver a montarte en la nave que te llevará a Marte.

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